Tamaulipas.- El presidente Enrique Peña Nieto, decidió este martes   utilizar el arma militar para restituir la autoridad del Estado en Tamaulipas. El   territorio, vive desde hace años convulsionado por la violencia del narcotráfico y   las guerras entre facciones rivales. 
 
 Este continuo desafío, que ha sembrado el territorio con cientos de   cadáveres, alcanzó tales proporciones que amenazaba ya con cuestionar la propia   autoridad presidencial en esta zona. Para frenar esta escalada, Peña Nieto ordenó   un contundente despliegue que supone poner bajo control militar la seguridad de   Tamaulipas y sus tres millones de habitantes. 
 
 Tamaulipas, según el secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong,   quedará dividido en cuatro zonas bajo las órdenes de "mandos especiales" del   Ejército y la Armada. La militarización persigue tres metas: "desmantelar" grupos   criminales mediante trabajo de inteligencia, sellar las rutas del tráfico de   personas, drogas, armas y dinero, así como crear instituciones de seguridad   "confiables". Las carreteras, que por años fueron   intransitables por los retenes de los narcos, que secuestraban impunemente, serán   vigiladas por militares. Los centros urbanos, que los últimos meses han sido   escenario de sangrientas batallas, serán patrullados "las 24 horas del día los   siete días de la semana". La vigilancia también se reforzará en "puertos,   aeropuertos y aduanas". 
 
 El despliegue supone el desmantelamiento de los más de 40 cuerpos de   policía que existen en Tamaulipas por la sospecha de que están corroídos por el   narcotráfico. 
 
 La   fiscalía estatal, según Osorio, también sufrirá "una depuración completa". Para   sustituirla, la PGR creará cuatro fiscalías especiales para atender e investigar   delitos. 
 
 Los   tres Estados colindantes, según anunció Osorio Chong, también se verán implicados,   entre otros motivos para evitar el "efecto cucaracha": los narcos que huyen a   otros lugares una vez que el Ejército llegó  al territorio. 
 
 La intervención en Tamaulipas llega   cuando el incendio amenaza con empañar los réditos obtenidos por Peña Nieto en su   lucha contra los cárteles. En sus 18 meses de mandato han caído capos míticos como   Joaquín "El Chapo" Guzmán, y Miguel Ángel Treviño, "El Z-40". También se ha   cambiado la narrativa de esta guerra, abandonando la altisonancia empleada por el   anterior presidente, Felipe Calderón, y dando un uso cada vez mayor a los recursos   de los servicios de inteligencia frente a la fuerza bruta. Pero poco de esto ha   tenido éxito en el Estado del noreste. 
 
 Ubicado en la frontera con Texas, por donde pasa el 30% del comercio   internacional, Tamaulipas es también una importante aduana para el tráfico de   drogas y armas. 
 
 No es   una casualidad que ahí hayan nacido dos de los cárteles más violentos y   sanguinarios de México: los Zetas y el Cártel del Golfo, que llevan cuatro años   disputándose las rutas que atraviesan el territorio. En medio de esta batalla han   quedado los habitantes del Estado. 
 
 Secuestros y extorsiones; narcocuotas para abrir negocios o vender   mercancía. 
 
 Las   agencias de la ONU apenas pasan por la zona, la prensa local evita tratar los   crímenes y hasta los dirigentes políticos más poderosos caen ametrallados, como   fue el caso de Rodolfo Torre Cantú, el último candidato del PRI al Estado,   asesinado a balazos cuando circulaba por la carretera en plena campaña electoral.     
 
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