Lo que detonó la presentación y arraigo del secretario de Gobierno y exgobernador interino de Michoacán, Jesús Reyna, fue, nos dicen, una llamada telefónica: la última que realizó Enrique Kike Plancarte, el líder de Los Templarios, antes de ser abatido.
Plancarte estaba rodeado y se había refugiado en el monte, fuera del pueblo de Colón, en Querétaro, a donde había llegado un mes atrás. Cuando las fuerzas federales rodearon la zona, huyó, pero después de toda una noche en el monte, no tuvo más opción que regresar al pueblo. Hizo varias llamadas, pero su teléfono se quedó sin batería, le quiso comprar un celular a un vecino, pero no se lo vendieron, minutos después fue interceptado, se resistió y fue abatido.
Una de sus últimas llamadas fue a Reyna, quien ya estaba acusado, desde noviembre pasado, entre otros, por Luisa María Calderón, de haber mantenido reuniones con el propio Plancarte y con Servando Gómez, La Tuta, para arreglar los apoyos económicos y políticos que permitieron el triunfo de Fausto Vallejo.
Reyna es un político con una larga carrera en el priismo local y federal, había sido el contendiente, por el PRI, de Leonel Godoy en 2007, pero quedó en tercer lugar. Vallejo lo incorporó a su equipo y luego lo hizo su secretario de Gobierno. Cuando por enfermedad, Fausto dejó durante varios meses el cargo, Reyna lo reemplazó como gobernador interino, y cuando Vallejo regresó, luego del transplante de hígado que sufrió, Reyna estuvo durante unos días fuera del gabinete pero, sorpresivamente, el gobernador lo volvió a ratificar como secretario de Gobierno, pese a las denuncias que ya existían en su contra.
Desde entonces, en el gobierno federal existía desconfianza sobre Reyna, sobre los funcionarios que él había designado y eso se extendía a buena parte del gobierno estatal. Cuando se dio la intervención federal, el propio comisionado Alfredo Castillo designó a un nuevo procurador y un nuevo secretario de Seguridad Pública, ambos, sin lazos con la clase política local. Se quiso reemplazar a Reyna, pero Vallejo siempre se opuso.
La investigación sobre las relaciones de Reyna con grupos criminales había comenzado, como dijimos, desde noviembre pasado, por las reiteradas denuncias de sus relaciones con figuras de Los Templarios, pero habría sido la última llamada de Plancarte la que detonó la decisión de detenerlo.
Es muy acertada: como hemos dicho muchas veces, a los éxitos que se han dado en la persecución de los grupos criminales y el descabezamiento de esas organizaciones, se debe sumar una política social que comienza a rendir frutos (ya están instalados en Tierra Caliente más de dos terceras partes de los comedores populares a los que se comprometió Rosario Robles hace poco más de un mes) y las autodefensas tendrán que comenzar el proceso de desmovilización.
Todo eso ha estado muy bien, pero faltaba un componente clave para avanzar en la pacificación de Michoacán: había que limpiar una clase política que, evidentemente, estuvo coludida con los criminales y, en ese sentido, el caso de Reyna, como el de varios presidentes municipales, era evidente. No se podía llegar al proceso electoral del año próximo con la posibilidad de que se repitiera la asociación entre criminales y políticos que vimos en los dos últimos comicios en esa entidad.
Michoacán necesitaba otros michoacanazo: el primero se frustró, precisamente, por los acuerdos entre grupos políticos, incluyendo el del gobernador Leonel Godoy con jueces (hoy perseguidos por la justicia por haberse corrompido en ese y otros casos), tratando de dar impunidad a los detenidos.
También por fallas en el proceso y, algunos aseguran, para permitir transitar las alianzas PAN-PRD que se dieron entonces en varios estados. Este nuevo golpe es producto de un trabajo mucho mejor organizado, que ha incluido la articulación de aspectos policiales, de seguridad, la persecución a las actividades económicas de los cárteles y las alianzas de criminales con políticos, comenzando con algunos presidentes municipales, con la detención del exsecretario de Finanzas de Godoy y ha llegado al nivel más alto del gobierno, con el arraigo de Reyna. De una u otra forma, esa limpieza tendrá que continuar, porque Reyna no pudo haber actuado solo. |
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