domingo, 15 de febrero de 2015

MundoNarco.Com

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La ética católica del narco

Posted: 14 Feb 2015 09:40 AM PST

El Papa Benedicto XVI llega hoy a México, donde permanecerá hasta el próximo lunes. En un país azotado por el crimen y la delincuencia organizada, ¿transcurrirá `en paz´ la visita del Papa? Según los propios narcos, parece que sí.

Hace unos días, el cártel mexicano de Los Caballeros Templarios colocó anuncios en el Estado de Guanajuato en los que asegura que no provocará violencia durante la visita del Papa a México. Según el diario Reforma, uno de los mensajes de estos anuncios decía: ¨Los Caballeros Templarios se deslindan de cualquier acción bélica, no somos asesinos, bienvenido el Papa¨.

 En un mundo tan sanguinario como el de los narcotraficantes, parece que un anuncio así no pasará desapercibido ni para la población ni para la Iglesia. Pero, ¿cuál es el objetivo de esta tregua? ¿Es simplemente un motivo ético o más bien propagandístico?

¨Este cártel maneja una falsa ideología cristiana y funda su poderío en que tiene base social. Es decir, que ayuda a la gente, que construye carreteras y escuelas, etcétera¨, explica a Radio Nederland el mexicano José Reveles, periodista y escritor. ¨Es lógico que anuncie esta tregua, ya que va en consonancia con el falso mensaje que quiere enviar a la gente. Habla de que no va a permitir la entrada de drogas sintéticas para la juventud y resulta que las trafica. Y convence a los jóvenes con esta falsa ideología de corte cristiano y de superación personal para tenerlos como discípulos y después introducirlos al tráfico de drogas¨, dice Reveles, quien lleva años investigando el mundo de los cárteles en su país.

Guiño a la Iglesia y a los mexicanos

A finales de enero, el arzobispo de León, José Guadalupe Martín Rábago, anunció públicamente que los grupos criminales deberían abstenerse de actos violentos durante la visita de Benedicto XVI a México. publicado por diario del narcoEn este sentido, según Reveles, esta tregua significa ¨un guiño a la Iglesia¨.

Pero, para Reveles lo más importante es el poder que puede significar este alto al fuego. ¨El hecho de que ellos ofrezcan una tregua, y durante esos días todo transcurra como dicen, nos está indicando que quien domina el territorio es la delincuencia y no el Gobierno, porque entonces la violencia depende de lo que ellos decidan¨.
Además, el periodista asegura que ¨con esta tregua quieren ganar, por lo menos, la simpatía de la gente¨. Y es que de los más de 112 millones de mexicanos que viven en el país, la mayoría se declara predominantemente católicos. Es más, según el Censo de Población y Vivienda del 2010, ocho de cada 10 habitantes de más de cinco años profesan el catolicismo, aunque apenas la mitad asiste a la iglesia de manera regular.
Los narcos creen en Dios

¨Todos los delincuentes se han dicho católicos en su momento. Tanto los Arellano Félix, que fueron a ver al Nuncio para decirle que ellos no tuvieron que ver con la muerte del cardenal Posadas Ocampo en 1993, como otros sectores del tráfico de drogas y de la delincuencia organizada. Todos se dicen católicos¨, cuenta Reveles.

Además, en México existe un sincretismo curioso entre la delincuencia organizada y la religión. Incluso los narcotraficantes tienen a su propio santo, San Malverde, al que depositan ofrendas, dinero y votos para que les ayude en sus ´tareas´. Según Reveles, algunos narcos realizan, además ¨culto a la Santa Muerte¨.

Visita papal segura

La Iglesia mexicana cree que esta visita transcurrirá de manera tranquila y segura, algo que también comparte Reveles. ¨No creo que el resto de cárteles, como el de Los Zetas, realicen actos violentos alrededor de la figura Papal. Si ocurren será en pequeñas comunidades. Yo creo que ningún cártel tendría inconveniente en sumarse a este llamado porque, finalmente, no les afecta en su operar diario. Además ya lo han hecho estas navidades, cuando anunciaron tregua para Navidad y Año Nuevo. La delincuencia organizada también se toma sus vacaciones¨.

Suman 6 hombres abatidos en 24 horas en Tamaulipas

Posted: 14 Feb 2015 09:21 AM PST

Tres presuntos delincuentes fueron este viernes abatidos en un enfrentamiento a balazos contra fuerzas federales en la ciudad de Río Bravo. Con esto suman 6 abatidos en menos de 24 horas en Tamaulipas.

El Grupo de Coordinación Tamaulipas, reveló que los presuntos delincuentes que aún no han sido identificados, fueron abatidos en dos hechos diferentes ocurridos este viernes 13 de febrero. Los ataques contra fuerzas federales en Río Bravo han sido constantes.

El primer incidente se registró a las 01:33 horas en la Avenida Francisco I. Madero con Brecha 108, donde elementos de la Policía Federal realizaban labores de patrullaje y se toparon con una camioneta Chevrolet Silverado, sin placas de circulación y cuyos tripulantes empezaron a agredirlos con armas de fuego.

Los policías federales repelieron la agresión y abatieron a dos de los presuntos delincuentes, cuyas edades oscilaban entre los 25 a 30 años. Del interior de la camioneta se aseguraron dos armas largas, cargadores abastecidos y cartuchos de diferentes calibres.

El segundo incidente se registró a las 02:15 horas en la Avenida Guanajuato casi esquina con calle Maple, colonia Riberas del Bravo, donde policías estatales de Fuerza Tamaulipas fueron atacados por civiles armados que se desplazaban a bordo de un vehículo Volkswagen Jetta Sport sin placas de circulación.

Al repeler la agresión abatieron a un presunto delincuente que tenía entre 18 a 20 años de edad. Del interior del vehículo se aseguró un arma larga, un arma corta, una granada de fragmentación, tres cargadores abastecidos, nueve poncha-llantas y un teléfono celular.

Cabe destacar que apenas ayer jueves, elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional fueron agredidos por un grupo de civiles armados, enfrentamiento que dejo también un saldo de tres presuntos delincuentes abatidos.

Los sicarios me decían, “Te van a llevar con los demás, ya te van a quebrar”

Posted: 14 Feb 2015 08:39 AM PST

Apaxtla de Castrejón, Guerrero "Aquí, compa", fue la señal. El que la dio, se acercó por atrás a uno de los hombres que traía un rifle colgando en la espalda.

Se lo quitó y le disparó. El tronido sorprendió al grupo. Jesús aprovechó el desconcierto para arrebatarle la escopeta a otro guardián, que la tenía sobre las piernas. Un tercer hombre, a quien le habían confiado un fusil con un solo tiro, apuntó a la sien de otro de los vigilantes.

Arrojó al tipo al suelo y le puso un pie sobre la cabeza. Quedaban dos sicarios, pero no tenían armas y optaron por rendirse. Entre los 35 secuestrados, varios rompieron en llanto. "Nos van a matar", gemían. Era probable.

Sus captores tenían que comunicarse cada 15 minutos y cuando sus jefes notaran algo raro, irían por ellos. Su única oportunidad era que la Marina los encontrara primero. Pero los amarrados podían parecer las víctimas, y los insurrectos armados, victimarios: no sería la primera vez que hubiera una confusión mortal.

La escena de aquella multitud devastada, famélica y lacrimosa, en la cima de aquel cerro calcinado a fuerza de sol en el municipio guerrerense de Tlalchapa, limítrofe con el Estado de México, ese 13 de mayo de 2014 contrastaba con la fiesta de julio de 2013, en pleno centro de Apaxtla, en la parte norte del Pentágono de la Amapola, en la que dio inicio la pesadilla de la familia Salgado.

Todo el pueblo estaba ahí. El alcalde Efraín Peña Damacio, el síndico, varios regidores, dos policías locales. Era mediodía y se abría el primer cajero automático del municipio. Efrén Salgado Santana, director de Servicios Públicos, quiso probar si funcionaba bien. Hizo la operación inaugural con un retiro de 500 pesos. Cruzó la calle hacia la tienda frente al ayuntamiento, para invitarles refrescos a las secretarias. Un hombre lo alcanzó por detrás, lo amagó y lo subió a una camioneta que se había detenido. El conductor estaba armado. Se lo llevaron. "Nosotros impotentes, sin poder hacer nada", recuerda Peña Damacio.

Los delincuentes "levantaron" después a otro vecino, que al día siguiente fue capaz de conseguir los 250 mil pesos que le pedían y lo liberaron. Salgado Santana no: pasó un mes de golpizas, hambre, sed, vida a la intemperie y amenazas de muerte. "A los 15 días, ya les habíamos dado 300 mil pesos", afirma, "ya me iban a dejar. Nunca me soltaron". Exigieron 200 mil más. Su familia tuvo que hallar la forma de reunirlos. "Me tuvieron más de un mes".

En noviembre de 2013, le tocó el turno a uno de sus hermanos, un ingeniero que realizaba electrificaciones, y permaneció secuestrado tres meses. No era lo último que tendría que soportar la familia, sin embargo.

"Yo me quedo, jefe…"

"Cuando íbamos en el autobús, nunca nos imaginamos que lo fueran a parar", cuenta Jesús Salgado Fernández, hijo de Efrén —quien fue amagado al salir del cajero automático—. Habían salido a las 5:15 de la mañana del 30 de enero de 2014, rumbo a Cuernavaca. Al pasar por la comunidad Emiliano Zapata, 15 minutos al norte de Apaxtla, una camioneta bloqueó el camino y hombres armados obligaron a los pasajeros a bajar, separándolos en dos grupos.

La operación fue alterada por un vehículo cuyo conductor trató de evitar a los maleantes, pero lo detuvieron disparando a las llantas. Esto los puso nerviosos, ordenaron la retirada y sólo consiguieron llevarse a cinco de las 15 personas que habían separado y amarrado. Entre los infortunados iba Jesús, entonces de 25 años; su hermano, de 17, y la madre de ambos. "Yo pensé que era un sueño", recuerda el joven ingeniero en sistemas. "¿Estoy bebiendo o qué? Trataba de rezar, pero se me trababa la lengua".

Como ya había ocurrido con su padre, los llevaron a una población cercana antes de trasladarlos, por caminos de terracería y a alta velocidad, al Estado de México: a través de las fisuras de la venda sobre sus ojos, Jesús pudo distinguir taxis. "Me tocó ver una patrulla [de la policía] estatal, traía una moto atrás, venían dos policías. Y nomás le pitó el chofer de la camioneta, [a pesar de que] los chavos [iban] atrás armados. Me quedé de a seis. Todavía se burlaban, decían: '¿Saben quién acaba de pasar? La Estatal, para que vean que nosotros estamos bien apalabrados'".

El control del cártel sobre Apaxtla había sido roto un par de meses antes, en noviembre de 2013, cuando la población formó una policía comunitaria llamada Movimiento Apaxtlense. Esto convirtió a sus habitantes en objetivo político: los secuestradores no buscaban dinero, sino el desarme de los levantados. En el rancho al que los llevaron, les dijeron: "Los agarramos por comunitarios". Aunque no lo fueran: "Tomaron a todo el pueblo como enemigo", explica Jesús. Los sicarios les ponían corridos que habían compuesto, en los que aseguraban que "Apaxtla va a ser de nosotros".

Al día siguiente llegó el líder del grupo criminal. Una vez que supo que tenía a la esposa y los hijos de su antiguo secuestrado, se comunicó con él. "Me preguntaron cómo estaba", narra Efrén —padre de Jesús—, "mal, les dije, se llevaron a mi familia". Le ordenaron acudir a hablar con el líder criminal, quien le exigió el desarme de los "revoltosos". No sirvieron las explicaciones de que eso no estaba en su poder. "Hasta que se levante esto te vamos a dar a tu hijo", le comunicó el capo. "Te vas a llevar nada más a tu esposa y a uno". Había que escoger cuál de los dos. "Mi chamaco me dijo, 'mira, yo me quedo, jefe'".

Insurrección frente al secuestro

Entre golpizas y amagos de asesinato, Jesús sobrevivió en los campamentos montados por los criminales a cielo raso: dormían sobre la tierra desnuda, sin mantas para taparse. Les daban un vasito al día de sopa aguada, a veces dos, y "para amortiguar el hambre comíamos una espinita de un palo que se llama coahuilote". Sólo podían ir a orinar o defecar una vez al día, pero en ocasiones los castigaban negándoles el permiso. Y nada de lavarse: "Nos decían ardillas, porque siempre andábamos cochinos y hediondos".

Sus captores soltaban amenazas: "Te van a llevar con los demás, ya te van a quebrar", se reían. A Jesús le habían asegurado que sólo lo iban a retener ocho días. Se convirtieron en 15, luego en meses, en los que vio cómo se llevaban a otros cautivos para ejecutarlos. "Al segundo mes, decía: 'Ya me van a matar', no sé qué esperan", relata.

En mayo, cuando la Marina capturó a uno de los delincuentes, y éste reveló la ubicación del sitio, cerca del poblado de Huaxquial, donde 35 secuestrados eran retenidos por cinco sicarios, éstos recibieron por radio la orden de llevárselos. El martes 13, un helicóptero descubrió al grupo que iba fileando [caminando por el filo de los cerros] y transmitió la ubicación. Los delincuentes se rindieron sin presentar resistencia cuando los alcanzó un destacamento de marinos. Esa es la versión oficial.

¿Cómo que la oficial? "Pues extraoficialmente es difícil", respira Jesús. "Como decíamos, nosotros teníamos pensado escapar". Los conspiradores eran cinco.

"Compa", le dijo el líder del motín, "ponte cabrón, aquí se va a hacer". Se encargó de eliminar al primer secuestrador. A Jesús le tocó amagar a uno que traía una escopeta: "Cuando el chavo quiso agarrarla, la traía en las piernas, de un jalón se la quité. Le dije 'no te muevas, agáchate'. Otro compañero, al que le habían dado un rifle con una sola bala para apoyar la vigilancia —'si ves que alguien corre, te lo chingas, con eso vas a ganar tu libertad', le habían prometido—, sometió a un tercer sicario. Los dos últimos se rindieron.

Los insurrectos lograron ganar tiempo forzando a uno de los vencidos a hablar por radio con sus jefes. Y con los celulares que les arrebataron dieron aviso a las autoridades.

Los helicópteros volaron en círculos, como si nadie les diera la orden de bajar. El grupo de víctimas separó a los delincuentes, para aclarar la situación. Aún así, los cinco "rebeldes" tuvieron que convencer a los marinos de que no eran parte del grupo criminal.

Casi nueves meses después, ninguno de los antiguos secuestrados ha regresado a su lugar de origen. "Como no fuimos liberados, como ellos [el cártel] dicen, 'voluntariamente'", explica Jesús, "tenemos amenazas de que nos andan buscando a todos. Que no nos vamos a escapar. No quiero arriesgarme a sufrir otro secuestro".

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